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Novenario Trabajo bien pagado

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    Novenario Trabajo bien pagado

    ¿Sabes qué diferencia hay entre pedirle trabajo a San Pancracio o a San Cayetano? Que San Pancracio te va a dar trabajo si, pero San Cayetano te va a dar uno bien pagado! Si quieres ganarte el favor de San Cayetano, te recomiendo que realices una novena (nueve días encendiendo una velita y rezándole); aquí abajo te explico cómo se hace. También puedes visitar el apartado Novenarios donde tienes los enlaces a otros novenarios.

    Veamos pues, cómo hacer un novenario trabajo bien pagado a San Cayetano para que nos de un trabajo donde nos paguen bien y nos cunda el salario.

    Novena a San Cayetano

    Encender una vela blanca y recitar las oraciones diarias (la inicial y la que corresponda al día). Al terminar apagar la vela sin soplar.

    Novenario Trabajo bien pagado

    Oración inicial para cada día
    Omnipotente y sempiterno Dios, que hiciste que San Cayetano confiando en vuestra Providencia despreciara las cosas de la tierra y se viera enriquecido con abundantes bienes celestiales; concedednos que los que imploramos los efectos de vuestra admirable Providencia seamos socorridos en nuestras necesidades por su intercesión. Os lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
    Rezar a continuación la oración del día que corresponda:

    Día primero

    Glorioso San Cayetano, que tanto apreciasteis la práctica saludable de la oración, que vuestra vida fue una oración continua, y a este provechoso ejercicio dedicabais particularmente hasta ocho horas diarias; haced que estemos plenamente convencidos que todo se alcanza mediante la oración y nada se puede esperar sin ella y que todas nuestras oraciones vayan acompañadas de viva, fe, reverente atención, profunda humildad, filial confianza e inagotable perseverancia. Amén. (Decir seguidamente las oraciones finales, al final de la página)

    Día segundo

    Glorioso Protector mío San Cayetano, cuyo amor a Jesús Sacramentado animó vuestro celo a levantarle suntuosos templos, adornándolos con magnificencia, y a exhortar a los fieles a que recibieran frecuentemente y con piedad la Divina Eucaristía; alcanzadnos que por reverencie al Santísimo Sacramento estemos en el templo con piedad y modestia, y recibamos la Sagrada Comunión con mérito pera la vida eterna. Amén (Decir seguidamente las oraciones finales, al final de la página)

    Día tercero

    Glorioso protector mío San Cayetano, cuya singular devoción a María os mereció su protección, particularmente en la hora de la muerte, en la que os dijo llena de dulzura: Cayetano, vente conmigo que mi hijo te espera; alcanzadnos de esta bondadosa Madre que la invoquemos en todos los instantes de nuestra vida y de este modo Ella nos asista ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (Decir seguidamente las oraciones finales, al final de la página)

    Día cuarto

    Glorioso Protector mío San Cayetano que fuisteis acérrimo defensor de la Fe contra todos los embates de la herejía descubriendo con destreza el virus, emponzoñado del error; haced que apreciemos el don inestimable de la fe, sin la cual es imposible agradar a Dios, y rechacemos con prontitud y firmeza todas las sutilezas del error. Amén. (Decir seguidamente las oraciones finales, al final de la página)

    Día quinto

    Glorioso Protector mío San Cayetano, que tanto os distinguisteis en la virtud de la esperanza, que rechazaste los medios humanos que os ofrecían los poderosos de la tierra para el sustento de vuestras comunidades, esperándolo todo de la Providencia; alcanzadnos que vivamos con la inquebrantable esperanza de que Dios nos concederá por los méritos de su divino Hijo la vida eterna junto con los medios para conseguirla, y que nuestra confianza de alcanzar los bienes temporales no se vea jamás confundida Amén. (Decir seguidamente las oraciones finales, al final de la página)

    Día sexto

    Glorioso Protector mío San Cayetano cuya ardiente caridad dilató tanto vuestro pecho que de él salió vuestro corazón, agitando dos alas maravillosas, hacia el cielo y perseguisteis siempre a su enemigo mortal, el pecado; alcanzadnos que amemos a Dios de todo corazón y por Dios a nuestros prójimos. Amén. (Decir seguidamente las oraciones finales, al final de la página)

    Día séptimo

    Glorioso Protector, mío San Cayetano cuya profundísima humildad os hizo renunciar las dignidades pontificias y os reprochaba como un gran atrevimiento el haber recibido la dignidad sacerdotal; concedednos que no merezcamos por nuestra soberbia que Dios aparte su rostro de nosotros, sino que con nuestra sincera humildad atraigamos sobre nosotros sus misericordiosas miradas. Amén. (Decir seguidamente las oraciones finales, al final de la página)

    Día octavo

    Glorioso Protector mío San Cayetano, que sufristeis con tanta paciencia toda vuestra vida, particularmente cuando el saqueo de Roma y fuisteis azotado y encarcelado por soldados inhumanos; alcanzadnos la gracia de sufrir pacientemente las adversidades de esta vida, para así labrarnos una gloriosa corona en el cielo. Amén. (Decir seguidamente las oraciones finales, al final de la página)

    Día noveno

    Glorioso Protector mío San Cayetano, cuya perfecta castidad mereció que la Virgen Madre depositara en vuestros brazos a su Divino Hijo y que vuestro cuerpo exhalara cierto aroma celestial; alcanzadnos que no manchemos nuestro corazón con el pecado impuro y que guardemos nuestra castidad con la mortificación cristiana. Amén.  (Decir seguidamente las oraciones finales, al final de la página)

    Oraciones finales

    Para que San Cayetano nos ayude deberemos rezar tres Padrenuestros a la Santísima Trinidad y seguidamente rezar esta oración de San Cayetano:  «Mirad, oh Señor y Padre Santo, desde vuestro Santuario y lugar excelso donde habitáis en el cielo y fijad vuestra mirada en esta Hostia Santa que os ofrece nuestro gran Pontífice vuestro Hijo Santísimo y Señor nuestro Jesús por los pecados de sus hermanos, y perdonadnos nuestras muchas culpas.

    He aquí la voz de la sangre de nuestro Hermano Jesús que clame a Vos desde la Cruz. Escuchad, ¡oh Señor!, aplacaos, atended y enviad vuestro socorro; no lo retardéis, Dios mío, por vuestra gran bondad ya que vuestro nombre ha sido invocado sobre nosotros, sobre esta ciudad y sobre todo este pueblo y obrad con nosotros según vuestra misericordia».

    OH Dios!, Protector de los que en Vos confían sin cuyo poder y gracia nada existe de bueno y santo; derramad copiosamente sobre nosotros vuestra misericordia para que, a ejemplo de San Cayetano, usemos de tal modo de los bienes temporales que no perdamos los eternos de la gloria. Os lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo Amén

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